Por qué pagar con el móvil es seguro y debería emplearlo más y más gente.
El smartphone es la navaja suiza de la vida digital. A medida que más y más aspectos y tareas cotidianas de nuestras vidas se han llevado al plano digital, el smartphone ha ido asumiendo una mayor responsabilidad y ganando en importancia tanto en la dimensión profesional como en la personal.
Se han digitalizado las comunicaciones, la fotografía, el vídeo, la música, la práctica deportiva (cuantificada mediante sensores y aplicaciones), los libros, el trabajo (en tanto en cuanto que podemos realizar muchas de nuestras tareas desde una pantalla, incluyendo la del smartphone), el ocio y también el dinero.
El dinero también se ha digitalizado
El último en llegar a la fiesta de la digitalización es el dinero. El efecto de la pandemia global sobre la forma de pagar o la de interactuar con nuestras entidades bancarias ha sido el catalizador que ha conseguido completar el proceso de digitalización de nuestras finanzas personales.
Sigue siendo posible operar con nuestro dinero y nuestro banco mediante métodos tradicionales (analógicos, físicos y presenciales), pero son más incómodos, llevan más tiempo y conllevan un mayor grado de contacto físico con los demás, en un tiempo en el que las medidas de prevención frente a contagios invitan a ser precavidos con la presencialidad y el uso de dinero en metálico.
El pago con el móvil es otra de las dimensiones de la digitalización del dinero. El pago contactless con tarjetas de crédito fue un avance, pero sigue dependiendo del uso de un método físico de pago como es la tarjeta de crédito, susceptible de ser copiada o hackeada. Con un móvil o un wearable compatible, la transacción no permite ver ni el número de tarjeta ni dato alguno. La clave está en confiar en el dispositivo.
La barrera que media entre la adopción del pago sin contacto o la gestión de nuestro dinero a través de apps es la seguridad, pero no la sanitaria, sino la cibernética.
En un reciente estudio elaborado por Ipsos para Samsung, «Estudio sobre Seguridad y Privacidad en torno a la telefonía móvil«, se ha recalcado que un 66% de los usuarios de smartphones entre 18 y 65 años está preocupado por la seguridad de sus dispositivos móviles. Un 26% está, de hecho, muy preocupado por este aspecto.
La seguridad de los móviles y el dinero: una relación de confianza plena
La percepción de los usuarios acerca de sus teléfonos móviles no ayuda mucho a la hora de que depositen su confianza en ellos para gestionar su economía. En este mismo estudio, 9 de cada 10 usuarios habrían dejado de usar alguna app a causa de la preocupación asociada a manejar datos personales a través del smartphone.
A poco que, por algún motivo, nos preocupe que alguien pueda acceder a nuestros datos, preferimos dejar de usar una app como Facebook, TikTok, Twitter o Instagram, entre otras. Con todo, más de un 50% de los usuarios, a pesar de estar preocupados por la seguridad de sus datos, no deja de utilizar estas aplicaciones.
Con el dinero, sin embargo, somos más rigurosos. Este estudio habla de que nada menos que un 73% de los usuarios no usa métodos de pago en el móvil o en los wearables compatibles con este tipo de actividad, como los smartwatches (los compatibles con este tipo de pago, claro). En gran medida, que no se pague con el móvil está asociado con precaución ante posibles fraudes y hackeos.
Knox, la respuesta a la falta de confianza
Samsung lleva desde 2013 integrando la tecnología de seguridad Knox en sus smartphones. Esta plataforma ha sido certificada por el Centro Criptológico Nacional como segura en nivel Alto y es usada por múltiples entidades financieras como método de autenticación para acceder a apps financieras o a métodos de pago en el móvil o el smartwatch.
En sus versiones más recientes y en dispositivos como los Samsung Galaxy Z Fold3 y Z Flip3, Knox se acompaña del chip Knox Vault, que añade una capa de seguridad hardware adicional al almacenar los datos biométricos y nuestras credenciales en un espacio seguro y separado físicamente de la memoria del sistema operativo.
Esta tecnología protege tanto al terminal como a sus aplicaciones frente a intrusiones, malware y hackeos. Samsung Pay, de hecho, es uno de los métodos de pago con más entidades bancarias compatibles.
Los bancos son aún más desconfiados que los usuarios cuando se trata de adoptar soluciones tecnológicas: imaginad una aplicación de pago frágil en cuanto a seguridad en la que una entidad tenga que enfrentarse a centenares de reclamaciones. El banco es el primero que audita la seguridad de una plataforma de pago móvil.
Por lo pronto, la confianza en Samsung Knox y Samsung Pay por parte de las entidades es generalizada, lo cual debería ser un buen punto de partida para confiar en nuestro smartphone como medio para pagar.
Samsung Pay: más seguro que una tarjeta
La realidad es que Samsung Pay es un sistema de pago más seguro que la propia tarjeta de crédito. Como decíamos antes, en las transacciones no intervienen, de forma que se puedan ver o interceptar, los datos de la tarjeta bancaria.
Una vez que lo hemos dado de alta en nuestro dispositivo Samsung —compatible con toda la familia, desde la gama de acceso a los terminales más punteros, como el Galaxy Z Fold3 o el Galaxy Z Flip3 5G—, el acceso al pago se realiza tras autenticarnos mediante un pin o la huella digital.
El proceso de pago es contactless mediante NFC. A pesar de lo que se pueda leer en ciertos foros, no es un sistema susceptible de que nos roben simplemente acercando un TPV a nuestro móvil. Tenemos que autenticar las operaciones mediante biometría o pin.
En el caso de que nos roben el móvil, es posible bloquear o borrar la cuenta de Samsung Pay. Además, los datos de la tarjeta están encriptados: nadie podrá recuperarlos a partir de un volcado en bruto de la memoria.
Y más conveniente que la tarjeta
Pagar con el smartphone ahorra tiempo frente al uso de la tarjeta física. Además de reducir las probabilidades de que nos copien o dupliquen la tarjeta o nos estafen in situ, reducimos también las probabilidades de extravío de la misma.
Si, además, configuramos un wearable como el Samsung Galaxy Watch4 o cualquiera de sus antecesores para que sea compatible con Samsung Pay, tendremos la misma seguridad en las transacciones, pero con la conveniencia extra de no tener, ni tan siquiera, que sacar el móvil del bolsillo o la mochila.
Pagar: uno de los escenarios de uso perfectos para la tecnología móvil
Una vez solventado el tema de la seguridad y la confianza en nuestro dispositivo móvil, el pago se convierte en una de las actividades cotidianas que más se benefician del uso de la tecnología. Es rápido, seguro y permite tener tanto tarjetas bancarias como de fidelización de múltiples compañías y proveedores de servicios.
La lista de proveedores y bancos compatibles crece y nos ahorramos llevar plásticos físicos en la cartera. La elección de la tarjeta por defecto se realiza en “un pispás” y podemos cambiarla cuando queramos.
El gesto de acercar el móvil o el smartphone al TPV se convierte en habitual, una vez que desbloqueamos con la huella digital o el pin, claro está. La seguridad, ante todo. En la práctica, ahorramos unos cuantos pasos en cada pago, evitamos andar sacando la tarjeta de la cartera y sacando la cartera propiamente dicha en comercios, bares, clubes de ocio nocturno, conciertos, cines y hasta en los comercios de ultramarinos que con la pandemia han bajado el límite de pago mínimo con tarjeta.
Texto: xataka.com