Que no se apodere de vos.
-“¿Con quién dejamos a los perros?¿Quién nos va a cuidar la casa?”.
-“Vayamos a un lugar donde los chicos no se aburran y tengan al alcance muchos lugares de esparcimiento por si llueve”.
-“En el trabajo debo dejar todo terminado y organizado, no hay nadie que me reemplace en mi puesto. Encima cuando regrese voy a estar desbordado/a con cosas que se van a juntar en mi ausencia”.
“La clínica me ha demostrado que una persona que no ha podido planificar su día a día, donde la rutina fue abrumadora todo el año, es muy poco probable que se permita hacer un corte vacacional a favor del disfrute dejando atrás las preocupaciones que habitaron durante todo el ciclo lectivo. Trasladarse a un lugar físico distinto y no trabajar por unos días, no necesariamente implica unas verdaderas vacaciones porque el equipaje que más pesa son todas las preocupaciones”, explica Bon y asegura que esto grafica como nos cuesta salir de nuestra zona de confort y nuestra imperiosa necesidad de querer controlarlo todo. Es tal autoexigencia y los pensamientos distorsionados que los niveles de estrés y ansiedad van ascendiendo de manera inconmensurable. “No solo puede generar un malestar subjetivo, también puede alterar la esfera física con trastornos en el sueño, enfermedades psicosomáticas, desgano, falta de apetito o comer en exceso, etc. Muchos psicólogos le llaman a este padecimiento ´Síndrome Prevacacional’ “, argumenta.
CAMBIAR EL CHIP
¿Qué estrategias podemos llevar adelante para no caer en esta situación? Para el especialista, una buena alternativa es pensar la situación en términos de costo/beneficios. Esta es una técnica que permite aumentar la motivación, tener las ideas más claras y que los resultados sean una decisión basada en objetivos y no desde la incertidumbre. Cuando se arma un plan vacacional es necesario tomarse el tiempo para pensar donde queremos ir e incluir todas las cuestiones que nos pueden generar algún tipo de malestar, para poder pensar qué beneficios obtenemos en relación con nuestras elecciones. Es esencial preguntarse: “¿Cuánto estamos dispuestos ceder?” “¿Y qué ganamos con esto?”. Cuando los objetivos incluyen a aquello que tenemos que flexibilizar, es cuando la ansiedad baja y pueden aparecer otros pensamientos e ideas alternativas.
BATERÍA RECARGADA
¿Cómo aprovechar las vacaciones para recargar energía y bajar los niveles de ansiedad?
Bon comparte algunas herramientas que pueden ayudar:
- Es esencial poder hacer un corte con aquellas cosas que pueden generar una preocupación, por ejemplo, el uso del celular. Es aconsejable silenciar o suspender las notificaciones.
- No ponerse horarios fijos.
- Cuando aparezca el pensamiento de que se está perdiendo el tiempo por no haber ido a tal lugar, intentar pensar que no todo es posible.
- Si viajamos en familia o con amigos, buscar un espacio en el día para uno. No todas las actividades deben ser compartidas.
- Avisar al grupo laboral que no vamos a hacer uso del celular. Del mismo modo, no ofertar disponibilidad horaria en vacaciones, por ejemplo, “si necesitan algo pueden llamarme”.
- Identificar y dejar de lado “el tengo que” ya que genera tensiones a tal punto que eso que debería ser un motivo de satisfacción se transforma en algo tedioso, agotador y rutinario. Por ejemplo: “tenemos que ir a la playa todos los días a las 9 horas, así disfrutamos toda la jornada”.
- Si algún día no tenemos ganas de hacer nada, permitírnoslo.
- Qué el último día siga siendo para nosotros. Es lindo llevar obsequios a la gente allegada, pero que eso no sea algo a cumplir generando una tensión innecesaria.
- Al llegar de las vacaciones no iniciar las actividades el mismo día, es esencial que haya un día entre el descanso y la acción. La idea es irse incorporando de a poco.
FUENTE: Experta